martes, 28 de junio de 2011

Vampiros Reales

Existieron realmente los vampiros... quizás si !!!

Gabrielle Erzsebeth Bathory mejor conocida como la Condesa Sangrienta es una de las figuras más tenebrosa y enigmática, y uno de los casos de vampirismo más famoso.
Nace en Transilvania en 1560 dentro de una de las familias más poderosas y ricas del país. Se dice que a los 4 o 5 años de edad la pequeña Elizabeth sufrió de violentos temblores y convulsiones. A los trece queda embarazada de un sirviente. El muchacho fue castrado y lanzado a los perros, y Elizabeth fue enviada a un remoto castillo familiar para que diera a luz. Se hizo desaparecer al bebé.
A diferencia de la mayoría de la gente de su tiempo, Elizabeth poseía una inteligencia notable; hablaba perfectamente el húngaro, el latín y el alemán. Su cultura era extensa y sus modales impecables. Se piensa que ya en esa época el marido y la familia de Elizabeth conocían sus inclinaciones sádicas, pero estas actitudes no eran extrañas en la aristocracia, por lo que nadie consideró el asunto como relevante.


Cierto día, una de sus criadas le tiró de los cabellos accidentalmente mientras la peinaba. Elizabeth la abofeteó y su anillo le arranco un pedazo de piel por lo que se salpicó la mano con la sangre de la muchacha. De inmediato, Elizabeth sintió que su piel en esa zona obtenía la frescura de su joven criada. Allí despertó el monstruo. Inmediatamente llamó a Johannes y a Thorko; desnudaron a la muchacha, le cortaron la garganta pronunciando diabólicas letanías y la desangraron en una tina. Ese día Elizabeth se dio su primer baño en sangre humana.
En aquella época, la pérfida condesa, generalizó su práctica de beber sangre directamente mediante mordiscos en las mejillas, los hombros y los senos. Azotaba a las desafortunadas y no en la espalda, como era la costumbre, sino en los pechos; de esta manera podía ver los rostros aterrorizados y presos del dolor. En su obsesión creía que la sangre la mantendría siempre bella.
Podía hacerlo, ya que su propia sangre estaba afectada por una sombría enfermedad denominada porfiria...
Entre la realidad y la ficción, los afectados por la porfiria sufrían la maldición de ser vampiros ante los ojos de los demás. Pero, ¿qué es exactamente la porfiria? Se trata de una enfermedad producida por la acumulación de compuestos porfíricos en el organismo (una sustancia denominada porfirina). Esto produce el deterioro de la piel que se deforma y se cubre de ampollas y heridas, además de la deformación de los huesos.



Cuando se padece la enfermedad se recomienda una serie de medidas para paliar sus efectos o al menos reducirlos, independientemente de su tratamiento médico. Es justo aquí donde se relacionan fantasía y realidad. Los enfermos de porfiria deben protegerse de los rayos solares ya que estos producen un incremento de los efectos de la enfermedad sobre la piel.
A su vez, se pueden producir mutilaciones de orejas, nariz e incluso labios. Normalmente se desarrolla anemia, por lo que el enfermo presenta un aspecto prácticamente cadavérico. Aunque no está comprobado científicamente, parece ser que las sustancias químicas de los ajos, incrementan el efecto de la luz solar sobre la piel.
La rara enfermedad de Gunter, (Porfiria eritropoyética congénita) Es una de las mas raras de la “porfiria”, existen aproximadamente de 200 a 300 casos en el Mundo. Su extrema sensibilidad a la luz solar, hizo creer desde el medioevo hasta el ignorante presente, que se trataba de casos de vampirismo. Las lesiones, provocan dolorosas atrofias en la piel, que van destruyendo o mutilando el rostro o cuerpo del afectado.
Toda esta serie de características de la porfiria junto con el desconocimiento que generan este tipo de enfermedades, originaron que muchos enfermos sufrieran el rechazo de la sociedad que llega hasta nuestros días.



Polidori, Stoker, y tantos otros, bebieron de este compendio de factores para desarrollar sus obras. De ahí hasta la actualidad, la literatura se ha visto enriquecida con este tipo de personas, filón de grandes relatos.

jueves, 16 de junio de 2011

Ezequiel Treister y los Agujeros Negros

Un agujero negro es un cuerpo celeste con un campo gravitatorio tan fuerte que ni siquiera la radiación electromagnética puede escapar de su proximidad. Un campo de estas características puede corresponder a un cuerpo de alta densidad con una masa relativamente pequeña -como la del Sol o menor- que está condensada en un volumen mucho menor, o a un cuerpo de baja densidad con una masa muy grande, como una colección de millones de estrellas en el centro de una galaxia.

Es un “agujero” porque las cosas pueden caer, pero no salir de él, y es negro porque ni siquiera la luz puede escapar. Otra forma de decirlo es que un agujero negro es un objeto para el que la velocidad de escape es mayor que la velocidad de la luz, conocido como el ultimo límite de velocidad en el universo.


Todo agujero negro está rodeado por una frontera llamada “horizonte de eventos”, de la cual no se puede escapar. Cualquier evento que ocurra en su interior queda oculto para siempre para alguien que lo observe desde afuera. El astrónomo Karl Schwarszchild demostró que el radio del horizonte de eventos, en kilómetros, es tres veces la masa expresada en masas solares; esto es lo que se conoce como el radio de Schwarzschild. Este radio es un filtro unidireccional, pues cualquier cosa puede entrar, pero no salir. La masa de un cuerpo y su radio de Schwarzschild son directamente proporcionales.

Además según la relatividad general, la gravitación modifica el espacio - tiempo en las proximidades del agujero.

Un agujero negro es un objeto que tiene tres propiedades: masa, espin y carga eléctrica. La forma de la material en un agujero negro no se conoce, en parte porque está oculta para el universo externo, y en parte porque, en teoría, la material continuaría colapsándose hasta tener radio cero, punto conocido como singularidad, de densidad infinita, con lo cual no se tiene experiencia en la Tierra.

En teoría, los agujeros negros vienen en tres tamaños: mini agujeros negros, agujeros negros medianos y agujeros negros supermasivos.

Señales de agujeros negros gigantes que ingerían gas desde los orígenes del universo mostrarían que esos glotones del cosmos crecieron al mismo tiempo que sus galaxias desde el inicio de los tiempos, según revela un estudio realizado por un equipo de astrónomos que está liderado por el científico argentino Ezequiel Treister.



"Hasta ahora, no teníamos idea del papel de los agujeros negros en estas primeros galaxias, o si existían", señaló Ezequiel Treister, quien se desempeña en la Universidad de Hawai y es el autor principal de un estudio que publica esta semana la revista Nature. "Ahora sabemos que están allí, y están creciendo frenéticamente", señaló el científico.

Las observaciones mostraron que entre el 30 y el 100 por ciento de las galaxias distantes contienen un agujero negro creciente. Extrapolando estos resultados a observaciones más pequeñas del cielo raso, se calcula que hay por lo menos 30 millones de agujeros negros en el Universo temprano.

En los lejanos quasares, luminosos núcleos activos de galaxias, los astrónomos ya habían descubierto agujeros negros de más de mil millones de masas solares, que habrían existido menos de mil millones de años después del Big Bang.

Los autores del nuevo estudio, que apareció en la revista científica británica Nature, estudiaron una muestra más amplia de agujeros negros que se supone están en el centro de unas 200 galaxias muy lejanas detectadas por el telescopio espacial Hubble.


Estas galaxias al parecer existieron de 700 a 950 millones de años después del Big Bang. Por lo tanto, su luz habría viajado cerca de 13.000 millones de años en el cosmos antes de ser captada por el Telescopio Espacial Hubble.

¿Cómo detectar agujeros negros a tales distancias en el tiempo y en el espacio? Los gases y los polvos se arremolinan a gran velocidad antes de ser devorados por esos ogros del espacio, emitiendo rayos X. Gracias a esos registros el equipo logró detectar las ínfimas radiaciones -unos pocos fotones X de alta energía por galaxia-, que franquearon tales distancias.

Tras haber adicionado y ampliado las radiaciones de los agujeros negros de unas 200 galaxias estudiadas, el equipo de Treister cree que "los agujeros negros han crecido junto con las galaxias que los han albergado a lo largo de toda la historia del cosmos".



Concluyen que esos agujeros negros -ocultos por la gran cantidad de gases y polvo que absorbían la mayor parte de las radiaciones, salvo los rayos X-, "crecieron significativamente más rápido" durante los primeros tiempos de lo que se creía hasta ahora.

viernes, 3 de junio de 2011

La Oxitocina que amanza a los hombres

Lograr que los hombres comprendan mejor a las mujeres podría ser tan sencillo como aplicar un spray. Eso sí: el spray debería tener como componentes esencial a la oxitocina, ya que esta hormona podría promover la empatía masculina y su capacidad para comprender los gestos de aprobación o desaprobación de las otras personas.



A dichas conclusiones llegó un estudio realizado por investigadores del Instituto Cambridge Babraham (Reino Unido) y la Universidad de Bonn (Alemania), que analizaron el efecto de la oxitocina sobre la sensibilidad masculina.

Esta hormona se asocia a las mujeres ya que desencadena el trabajo de parto y contribuye a fortalecer el vínculo entre una madre y su hijo. A su vez, la oxitocina se relaciona con sentimientos como el amor y la confianza, y se libera en grandes cantidades durante el orgasmo.





“Nuestro estudio muestra por primera vez que la oxitocina modula la empatía emocional”, asegura René Hurlemann, parte del equipo de investigación europeo.

Los investigadores trabajaron con un grupo de voluntarios: la mitad de ellos participó bajo el efecto de una buena dosis de oxitocina en spray nasal, mientras que el resto recibió un placebo. Todos observaron fotos con una fuerte carga emocional, como un niño gritando y un hombre llorando, y luego explicaron que sintieron por las personas retratadas en las imágenes.
Hurlemann subrayó que los hombres bajo el efecto de la oxitocina mostraron “niveles de empatía emocional significativamente mayores que los registrados para el grupo placebo”.
En un segundo experimento, los participantes (nuevamente divididos entre los que recibieron dosis de oxitocina reales y los que usaron un placebo) completaron un test en una computadora. Cuando sus respuestas eran correctas el monitor mostraba un rostro de aprobación, mientras que ante los errores surgía una cara de desaprobación.



“Otra vez el grupo con la oxitocina respondió claramente mejor a la respuesta de los rostros, en comparación con los voluntarios que recibieron el placebo”, dijo Keith Kendrick, otro de los autores.
Los investigadores creen que, en el futuro, este conocimiento podría servir para desarrollar una medicación útil para tratar enfermedades como la esquizofrenia, que suelen generar un menor acercamiento social.